En la ciudad de las cien torres, lugar bello donde los haya y Patrimonio de la UNESCO se encuentran entermezcladas diferentes estilos de diferentes periodos que cobijan desde el art-decó a iglesias góticas pasando por edificios de la época soviética.
Dentro de esta majestuosa ciudad, en una calle tranquila, a solo cinco minutos (reales) del centro se encuentra esta joya, el Carlos IV, un palacio neoclásico reconvertido en un 5 estrellas.
Los orejeros y sobre todo las lamparas del restaurante son majestuosos y comodos. El gurdarropas hace función de biombo en el bar y que da resuelto de maravilla solo con su simpleza. La luz, la iluminación, tan abandonada en otros hoteles aquí deja la impronta de su valía.
Cuentan las guias sobre el hotel;
"Se trata de un establecimiento de 5 estrellas que refleja el carácter majestuoso de la época de oro, una verdadera muestra de suntuosidad y buen gusto, con una agradable música de fondo que no dejará de impresionarle. "
Desde que llegas y te recibe el portero, hasta que te despide con la mejor de sus sonrisas aunque sea las 5 de la mañana ,como fue mi caso, todo es servicio, buenas caras y sobre todo educación exquisita.
La recepción sin un parapeto que sirva de mostrador, si no de manera suave, evitando barreras que posiblemente creen ese soberbio Hall artísticamente revestido y ponderado por una magnífica iluminación. Incluso para el checking cuentas con un hospitality desk atendido en tu idioma.
Las habitaciones así como las escaleras de entrada son su único "pero" que se les puede poner. Quizás algunas pequen de chicas, pero los materiales, salvo la TV hacen que junto a la ciudad no nos acordemos de ellas. Los baños con una selección de amenities muy variada, y la preferida por mí, Au thé vert de Bulgari, primerísima calidad italiana, como la cadena que lo regenta.
La piscina en sus sotanos, aprovechando la altura de estos dió para hacer la cuba y que además sirvan de relajado encuentro después de los inmnumerables paseos que te deparará esta bellísima ciudad.
Pero lo más espectacular para mi parecer es como solucionó, Maurizio Papiri, el arquitecto e interiorista, de manera bellísima y funcional la ubicación del restaurante y bar. La entreplanta que hace de zonas nobles tiene unos techos altísimos en los que resuelve estas dos zonas a base de incrustarlarlas creándole paredes, luminaria, baños, gusrdarropía etc independientes del edificio.Los orejeros y sobre todo las lamparas del restaurante son majestuosos y comodos. El gurdarropas hace función de biombo en el bar y que da resuelto de maravilla solo con su simpleza. La luz, la iluminación, tan abandonada en otros hoteles aquí deja la impronta de su valía.
Cuentan las guias sobre el hotel;
"Se trata de un establecimiento de 5 estrellas que refleja el carácter majestuoso de la época de oro, una verdadera muestra de suntuosidad y buen gusto, con una agradable música de fondo que no dejará de impresionarle. "
Y yo solo les digo que lo majestuoso del palacio se encuentra sobre todo en saber que durante la época sovietica fué un edificio de correos. ¡Un gris y burocrático edificio de correos! Y hoy gracias a un lay-out magnífico se ha convertido en el hotel más majestuoso de Praga. No hay duda.
Gracias Maurizio.
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